El jaguar, la negación y la nostalgia verde / CRHoy.com / Noticias 24/7 / Periódico Digital

La teoría del caballo muerto es una metáfora satírica que describe cómo, ante un problema evidente e insalvable, en lugar de reconocerlo y actuar en consecuencia, se insiste en soluciones inútiles para justificar la inacción o postergar lo inevitable. En otras palabras, si descubres que estás montando un caballo muerto, lo lógico sería bajarte, pero en la práctica, muchas personas, organizaciones e incluso gobiernos prefieren:
Cambiar la silla de montar esperando que algo mejore.
Alimentar al caballo, aunque ya no tenga vida.
Reemplazar al jinete en vez de aceptar que el problema es el caballo.
Organizar reuniones y comisiones para analizar cómo hacer que el caballo muerto avance.
Redefinir el concepto de “muerto” para convencerse de que aún hay esperanza.
Esta teoría ilustra cómo muchas veces se prefiere la negación antes que tomar decisiones difíciles, desperdiciando recursos y tiempo en soluciones que no funcionan.
La política costarricense actual es un claro ejemplo de la teoría del caballo muerto. En lugar de aceptar que ciertas estrategias han fracasado, tanto el gobierno como la oposición insisten en justificar lo injustificable y sostener ideas obsoletas con discursos vacíos.
El oficialismo sigue vendiéndonos el cuento del Jaguar, como si con solo repetirlo bastara para que el país realmente avanzara. Pero la realidad es otra: Costa Rica enfrenta una crisis de seguridad, un desempleo estancado y un sistema fiscal que sigue al borde del colapso. En lugar de aceptar los problemas estructurales, se opta por:

Culpabilizar a gobiernos anteriores en lugar de asumir responsabilidad por la falta de resultados.
Atacar a las instituciones cuando sus decisiones no se alinean con la narrativa oficial.
Apostar a la confrontación, descalificar a los críticos y reducir la gestión pública a un espectáculo de redes sociales.

Mientras tanto, el Frente Amplio sigue atrapado en su propia versión del caballo muerto:

Insiste en regulaciones y más gasto público como si la solución fuera inflar aún más el aparato estatal.
Se opone a cualquier reforma que implique modernización económica, repitiendo las mismas recetas que han demostrado ser inviables.
Defiende teorías económicas románticas que en la práctica solo perpetúan el estancamiento.

Y en medio de todo, el Partido Liberación Nacional parece atrapado en la nostalgia de sus días de gloria. Su reciente intento de resurgir con una “nueva” dirigencia sigue siendo más de lo mismo:

Lucha interna entre viejos caudillos que se disputan el control del partido.
Falta de propuestas concretas que lo diferencien del desgaste político del pasado.
Un liderazgo que pretende venderse como renovado, pero que sigue con las mismas estrategias de siempre.

El país no necesita más caballos muertos ni más discursos vacíos. Si el jaguar quiere correr, debe soltar el lastre de la improvisación y la politiquería. Si la oposición aspira a ser una alternativa real, debe dejar de aferrarse a recetas fracasadas. Y si Liberación quiere volver a ser relevante, tendrá que demostrar que puede ser algo más que un partido anclado en su propio pasado. Es hora de aceptar la realidad y tomar decisiones inteligentes.
Abogado y Notario
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